En su opera prima Ana Reza nos cuenta una vida, un tiempo transcurrido que no ha dejado de ser; trata de nombrarse a sí misma esperando que los demás podamos nombrarnos a través de ella. Quiere que en lo particular encontremos lo general para después volver a lo particular, a nosotros. Un “nuestro” que no le pertenece en realidad a nadie.
El libro empieza con una Sentencia que nos invita a perder el miedo de nuestras palabras y de nosotros mismos para así tener una forma justa de vivir en la que nadie sea menospreciado ni subyugado; pasa a explorar zonas que ella llama Lugares propios en los que se fueron perdiendo años de vida y ganando signos de experiencia, vivencias que sin ellas probablemente la autora no podría decir a los cuatro vientos “Mi nombre es Ana Reza”. Cuando uno tiene este pequeño libro entre sus manos puede verse en algún recuerdo o sueño que nunca pasó; puede, también, pararse frente a la autora de estos ensayos y ver su rostro.) Encontrarse perdido en el reflejo de alguien que no conoce pero que en sueños ha visto.
Mi nombre es… es visceral, reflexivo entorno a su propia bestialidad se torna visceral una vez más; un vaivén escrito, tal vez intencionalmente, con un formato de Rayuela; por eso mismo yo recomiendo a los lectores darle pequeños sorbos al libro, disfrutarlo con calma y sin prisas ya que tenemos un libro que es toda una vida, así que disponemos de todas las vidas para leer y releerlo. Un día perdernos en sus ensayos más largos que son de dos páginas o ahogarnos con la autora en un silencio de potencialidad eterna.
Parece, y uno se va dando cuenta mientras sigue leyendo el libro, que la autora usó sus letras como una forma de escape y de sanación; escapa tal vez de sí misma o de su pasado (aunque no existe una sin lo otro), sale de sí para pensar y nombrar las cosas que, como ella misma dice, nunca dice; sana para volverse a herir de los acontecimientos no causados por ella. Es una herramienta, la conclusión de un proceso extenuante, cansado y al final, catártico.
Mi nombre es… resulta un vaivén constante, al final es reflejo de la vida misma. Al saber que la autora es joven y este libro un proceso de su vida, espero con ansias la segunda parte de este texto que concluya la oración con un Ana Reza.